martes, 2 de septiembre de 2014

El guión cinematográfico, breve ensayo.

"El cine es el medio más poderoso de poesía, el medio más real de lo irreal, de lo surreal"
Jean Epstein.

En una entrevista realizada en 1978, Julio Cortázar dijo refiriéndose a Blow up de Antonioni, cuya idea temática es la del cuento "Las babas del diablo", "...Allí sí se puede hablar de la influencia de un mecanismo literario en un hombre que es tan profundamente visual, tan cineasta como Antonioni..."; en otro párrafo dice: "...a mí el cine me ha influido mucho, pero no creo que se note demasiado en lo que escribo, pero es una cosa subterránea, hay todo un sistema de imágenes en el cine que no sería capaz de explicar racionalmente, pero que las siento, como se dice ahora, subliminalmente, y de golpe cuando estoy escribiendo me doy cuenta de que abrevio ciertas situaciones...".


Esta introducción puede parecer antojadiza, pero no lo es. ¿Por qué, si Julio Cortázar no tuvo ningún reparo en decir que a veces se sentía influido por el cine, algunos cineastas son tan reacios a asumir su influencia literaria?



Y peor aún, hay mucha gente que por no saber qué contar, separa la historia, el guión, hasta anularlo, es decir mezcla imágenes, colores y sonidos, y listo, ya es un cineasta, aunque después el film sea visto por unas pocas personas y no lo entienda ninguna, y al comentar lo que narraré a continuación suceda lo siguiente: "...pero qué lindas imágenes, che... ", el realizador sonríe; "...viste cómo sonaba la viola...", el realizador vuelve a sonreír; "...ahora, ¿qué quisiste decir con todo esto?... "; el realizador se ofende, se levanta y se va.



Pobre, es un artista incomprendido. Pero ese artista, consultado sobre lo que lee, nos revela que a lo sumo leyó algún horóscopo que viene con las gomas de mascar. No es serio. ¿No me creen?, ¿y si les digo que existen escuelas que enseñan cine y no tienen una materia específica sobre guión?, averigüen y comprobarán que hasta entregan títulos.



Quien fuera alguna vez mi profesor, el señor José A. Martínez Suárez, en mi primera clase leyó lo que yo creía era un guión y me dijo: ... bueno Carlos, la idea es buena, ahora sólo falta transformarla en guión... (la idea a la que él se refería eran unas 16 páginas), el guión definitivo me llevó un año de trabajo y sólo aumentó en 8 páginas; pero esas 24 definitivas contaban una historia, las 16 iniciales sólo una idea.



Hablando de Martínez Suárez, estando en su casa un mediodía me hizo ver el corto de uno de sus alumnos, se trataba del capítulo final o el epílogo que Borges no escribió en uno de sus cuentos, allí se jugaba con la terminación de los apellidos, si Ramírez era igual a Ramíres y si no lo era; ¿qué significaba aquello? ; bueno, yo no lo voy a revelar, pues como me dijo José al finalizar el corto: "...si no lo entendieron y lo quieren hacer, que investiguen y se encontrarán con la verdad, y si no quieren investigar, entonces no importa que no lo entiendan. Con esto quiero aclarar que contar una historia no significa disminuir la calidad intelectual, sino todo lo contrario, es aunque suene un poco pedante, educar, dar cultura y no sólo entretener.

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