Los cuentos de Borges que fueron llevados al cine o a la televisión
merecen ser revisados, este texto tratará de ser una reflexión sobre el
artista, su intención, (si es que la tuvo), al escribir un cuento, los lectores
y la interpretación de ellos sobre la obra, (en algunas ocasiones muy
diferentes de la intención primigenia de su autor). El caso que me llamó la
atención, por sobre los demás, fue el de "Hombre de la esquina
rosada". Veamos que dijo su autor en una entrevista: "Además, tuve la
desgracia de escribir un cuento totalmente falso: " Hombre de la esquina
rosada". Y aunque después escribí otro cuento. "Historia de Rosendo
Juárez", como una suerte de palinodia o de contraveneno, no fue tomado en
serio por nadie. No sé si lo leyeron, o simularon no haberlo leído, o si lo
tomaron por un mal momento mío. El hecho es que yo quise referir la misma
historia tal como pudo haber ocurrido, tal como yo sabía que pudo haber
sucedido cuando escribí "Hombre de la esquina rosada" en 1930, en
Adrogué. La escena de la provocación es falsa; el hecho de que el interlocutor
oculte su identidad de matador hasta el fin del cuento es falso y no está
justificado por nada; el lenguaje es, de tan criollo, caricatural. Quizás haya
una necesidad de lo falso que fue hallada en ese cuento. Además, el relato se
prestaba a las vanidades nacionalistas, a la idea de que éramos muy valientes o
de que lo habíamos sido; tal vez por eso gustó. Cuando yo tuve que leer las
pruebas para una reedición lo hice bastante abochornado y traté de atenuar las
"criolladas" demasiado evidentes o, lo que es lo mismo, demasiado
falsas". Bien, hasta aquí las palabras del autor sobre su obra, pero ¿no
fueron las "criolladas", los hechos falsos y ese espíritu
nacionalista los que transformaron a la película de René Múgica de 1961, en una
de las llamadas "de culto" por los críticos nacionales e
internacionales? Es sabido que Borges aprobó la película por considerar que el
guión respetaba casi hasta la literalidad su cuento, pero tal vez don Jorge Luis
consideró, que con la traducción en imágenes de su obra, se comprendería el
verdadero sentido del cuento, pero no, sólo sirvió para afirmar aún más el
concepto previo. Muy significativo es el hecho que un escritor de la talla de
Jorge Luis Borges, haya tenido que, no en forma explícita, pero tampoco con
ausencia de energía, tratar de explicar que su intención era la opuesta a la
interpretación que dio primero el lector y luego el espectador. Queda aquí muy
claro que un país no sólo necesita un gran escritor como Borges, sino una
educación acorde para poder comprenderlo, pero ese es otro tema.
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martes, 2 de septiembre de 2014
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