martes, 2 de septiembre de 2014

El cine, una obra de arte.

"Sólo que cuando yo mato utilizo la espada que llevo al costado; vosotros no utilizáis la espada: matáis sólo con la fuerza del poder, matáis con el dinero y, a veces, matáis sólo con palabras melifluas."
De "Rashomon"


El sábado 11 de octubre de 1997, estaba tomando un café con mi gran amigo Ricardo Randazzo cuándo éste me invita a ver "Buenos Aires viceversa", de Alejandro Agresti; ingresamos a la sala y comenzó la película.

Quiero comentarles que Agresti con "Buenos Aires viceversa" nos obsequió nada menos que eso, una obra de arte, con todos nosotros como personajes de una gran realidad que muchos hubiéramos querido fuera una ficción.
Pero, Agresti no se equivocó y nos / se retrató como lamentablemente somos; y ahí reside parte de su maestría, poner poesía donde solo existe basura, la basura de una sociedad hipócrita y complaciente con lo aberrante.
Utilizó todas las articulaciones y recursos de este maravilloso lenguaje, imágenes puras, textos cuidados, montaje acorde con la sensación que quería transmitir, una banda sonora creadora de climas, actuaciones que no desentonaron, (principalmente el de la protagónica femenina que fue estupenda); y todo al servicio de un mensaje claro y contundente.
Eso es cine, del verdadero, no el folletín cómodo y comercial de una comedia, ni una película supuestamente contestataria, pero que lo único que nos enseña es a temer, no, la de Agresti es de las que nos marcan un camino.
"Es una película que "va y viene", una parte de humor y otra que no tiene nada por lo cual reír"; fueron las palabras de Agresti al presentarla en el pasado festival de Mar del Plata, (ésta acotación me la hizo Ricardo Randazzo).
Por Buenos Aires viceversa transitan los seres anónimos, que sufren este país y también los que causan y causaron ese sufrimiento.
Es una película adulta, sin golpes bajos, aunque muy dura, pero tendríamos que ser muy idiotas para negar la dureza de nuestro pasado y presente, (algunos lo niegan sin ser idiotas, pero de ellos mejor no hablar, demasiada prensa tienen en los medios masivos de comunicación, además los únicos adjetivos que se me ocurren para describirlos son insultos).
Los temas plasmados son muchos, los desaparecidos, los hijos de ellos, la soledad, el desamparo, el cortocircuito entre las relaciones humanas, el manejo de la información, (amoldando las noticias a las conveniencias de una ideología perversa); pero con un denominador común, la convalidación en el presente del aberrante pasado cómo generadores del mal.
Alejandro Agresti es el verdadero rebelde, no el que se queda en la pura rebeldía; sino el que nos deja un mensaje para el futuro.
A él me quedan sólo cuatro palabras para decirle: gracias por este obsequio.

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